24 de junio de 2010

Crónicas del Mundial

Una de las mejores cosas que me está dando el mundial (a mí que no soy futbolero) son, más allá de los triunfos lindos de la Argentina, las crónicas de los periodistas y escritores Martín Caparrós de Argentina y Juan Villoro de México.

En el blog "Letras Libres" - en la sección Jugadas de Pared- ambos personajes se pasan la pelota, comentando los distintos partidos, en especial aquellos que juegan sus equipos. La ironía, la erudición, la 'mojada de oreja' pero sobretodo el buen escribir están siempre presentes.

Cuando estaba por empezar el Mundial, o recién empezaba, Caparrós le decía a Villoro:

Olvidate de Durrell, olvidate incluso de Cavafis: Alejandría ha conseguido convertirse en una ciudad módicamente fea con un mar esplendente y esa biblioteca donde hace un par de años constaté, muerto de envidia, que había libros tuyos y no míos. Pero Alejandría sigue teniendo los mejores cafés o, mejor: es un café. Son un café sus calles, llenas de mesas y té de menta y el backgammon y café turco y las pipas de agua. Y esta tarde las calles-café de Alejandría son, también, grandes miniestadios: en cada cuadra una televisión, ante cada televisión cincuenta, cien personas, gritando porque va a empezar un partido que no es un partido, sino 64.


En otra entrada, se muestra seguro de que Argentina le ganará a México en Octavos, aunque al finalizar se excuse un poco:

Alá no permita que este domingo, en un pueblo del desierto, deba tragarme mis palabras con leche de camella. No lo creo. En cualquier caso, nos tocará recordar aquella línea clásica, casi caricatura: uno de los dos está de más en este pueblo, forastero. Para uno de los dos el Mundial seguirá siendo una cuestión personal; el otro corre el riesgo de convertirse en un comentarista, uno de esos sujetos tan bañados en ecuanimidad como los melocotones –o duraznos– en almíbar. Por eso, pase lo que pase, nos invito a seguir siendo –como podamos, en cualquier circunstancia– arbitrarios, injustos, parciales: futboleros.

Y Villoro, siempre devuelve. Cuando Caparros se mostró alegre por lo mal que había jugado Brasil y cuánto le hubiese gustado que perdiera, el mexicano le dijo:

Tocas un tema esencial: el gozo de segundo grado que significa ver perder al enemigo. Los alemanes, tan duchos en placeres que vienen del dolor, acuñaron la palabra Schadenfreude para el deleite surgido de la desgracia ajena. A ti te gusta que Brasil se joda. Es célebre la primitiva injuria popular argentina: “Todo Brasil está de luto: son todos negros, son todos putos”. No la creo digna de alguien como tú, que escribe en zonas de riesgo para Naciones Unidas y en estos momentos se arriesga al piquete del mosquito fatal, pero me intriga y entusiasma que disfrutes algo dudosamente disfrutable.

Pero posiblemente, de todo lo leído, lo que más resuena en mi cabeza todavía es una frase de Caparrós al referirse a la muerte de Carlos Monsiváis, compatriota de Villoro.

Mucho de lo que hacemos mal lo hacemos porque él lo hizo bien antes.

Y pensar que uno, luego, tiene que prender la tele y escuchar a Niembro leyendo mensajitos de texto que le mandan desde Buenos Aires o Mar del Plata.


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