22 de marzo de 2011

El Arte y la Inteligencia

En la introducción al librito que acompaña el disco "Buenos Amigos" de Horacio Molina, Alejandro Dolina con su habitual agudeza y claridad escribe:

"Conforme a los criterios que suelen prevalecer en el mundo del tango, un buen cantor es -antes que nada- un duplicado de los personajes de las letras. Al parecer, conviene sufrir las mismas penas que los sujetos de enunciación del repertorio. También suele pensarse que para hacer ostensible esta similitud, resulta indispensable un deterioro físico, psíquico y -lo que es peor- vocal.

Por suerte, algunos cantantes siguen apostando a las virtudes musicales, que son abstracatas y ajenas al color de nuestra camisa.

Yo anoto, humildemente, una cualidad que no suele enfatizarse. Me refiero a la inteligencia. Un gran cantante se encuentra a cada momento ante la obligación de tomar decisiones. De su adecuada reacción, depende muchas veces el ingreso a territorios sublimes o ridículos.

Carlos Gardel afima su superioridad, mucho más que en su voz privilegiada, en la construcción de un dicurso estético complejo, que muestra en cada frase una elección feliz. Otros fracasan en la primera esquina.

Horacio Molina podrá tener sus tristezas, pero su voz no es la de un borracho, ni la de un criminal, ni la de un hombre derrotado. El ha preferido los recursos técnicos del cantor profesional.

Molina ejerce la inteligencia y este disco vuelve a mostrarlo en esa infrecuente actividad."


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