17 de septiembre de 2013

Pipas, libros y Soronguito

Foto: Nadia Villanueva

Hay cuadros desparramados por la sala: un tipo con una nariz que parece un pene, una gorda culona a lo Gorriarena y uno que no se sabe muy bien qué es. Otro, el primero que se ve al entrar, es el que más llama la atención: una mano gigante con un anillo dorado que sostiene un porro enorme. Como los demás, parece más un graffiti que un cuadro.

Debajo del porro está su trono: una poltrona de mimbre con almohadones animal print y bajo la mujer gorda, un sofá de cuerina de dos cuerpos con los mismos almohadones.

En la biblioteca hay libros de política, de cine Gore y, por supuesto, libros de magia. Está su colección de pipas; tabaco y cajas de puros vacías. Conviven la cabeza de un muñeco, la de un gorila ensangrentado y un paquete abierto de cigarros marca “Robusto”. Hay, también, bastante polvo.

En algunos shows Merpín actúa con Soronguito, un muñeco de ventriloquía que fabricó él mismo. Como se enoja con él, le arranca la cabeza y tira el cuerpo a la valija. “Ahora sí que soy sólo una cara bonita” le dice el muñeco a pesar de todo. Soronguito y un amigo sin nombre descansan ahora en un aparador con ese gesto inquietante que tienen todos cuando están inmóviles y callados.

Entre los papeles, cuadernos y barajas del aparador descubro un grabado original de Carpani.


-Me lo regaló un amigo -me dice- Me gusta porque lo hizo un peronista.

(Escena que seguro contendría el Perfil sobre Merpin que escriba)

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