18 de mayo de 2010

Familia y música

Fuera de la magia, hay dos cosas que quisiera contar del viaje a Tucumán que me alegraron mucho.

La primera de todas, haber conocido a familiares tucumanos que no conocía. La rama paterna de mi familia es de por allá y por lo tanto ese saborcito, esa calidez de trabajadores, de tonada tranquila, de humor tiernamente malicioso y de vasito de vino tinto me ha acompañado aunque sea intuitivamente a lo largo de mi vida.

Tuve un hermoso almuerzo, con cariño, con lluvia afuera, con tono tucumano, música de fondo y sobretodo, con recuerdo de familiares. Para dejar marcado en el almanaque.

Claro, el tiempo fue poco y me quedaron por conocer otros familiares. Pero ya volveré. Vale mucho la pena.



Cuando estaba por hacer el viaje, consulté en internet si había algún evento o algo parecido relacionado con el escritor y periodista Tomás Eloy Martinez (fallecido hace poco y nativo de la provincia) o algo relacionado con el folclore. No encontré nada que coincidiera con la fecha en la que fui. Me quedé con las ganas y fui con la esperanza de que por allí me encontraría , al menos, con música folclórica. En el fondo tenía la esperanza de no sé, de que caminaría por las calles de Tucumán y escucharía guitarras, bombos, tonadas, zambas en todas partes. Je. Lo mismo que pueden imaginarse muchos extranjeros con el Tango y Buenos Aires. Algo absurdo.

El sábado, después de la conferencia salimos un rato. Entramos en un 'boliche' a última hora y todos bailaban la música de ahora, la que se escucha en cualquier FM. A las 4 am, a punto de cerrar, pusieron los recordados "lentos". El primero creo que era una canción de Arjona o algo así. Lo que me sorprendió fue el segundo: una zamba. Era del Raly Barrionuevo, pero era una Zamba. Y allí, en el medio de la pista 'top', dos muchachas se pusieron a bailar y a agitar pañuelos.

Después de todo, parece que no era tan absurdo lo que yo creía.


(Eduardo Falú, "La Tempranera" -Zamba-)

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