6 de mayo de 2010

La sensación de encontrarse con un grande

El 24 me despertaba con emoción. Era Diciembre y a la noche llegaba Papá Noel. A la mañana las cosquillas en el estómago y la felicidad de la espera. A la tarde alguna distracción: la pileta, jugar con los primos, andar por ahí y la alegría intermitente del recuerdo.

Mi mamá preparando todo, los familiares que quizás ya habían llegado, el calor arrogante de Pehuajó, el “que no se corte el agua por favor que siempre que viene gente pasa lo mismo”, alguien planchando la ropa, “vayan a bañarse que somos muchos”, “¿vos que le pediste a Papá Noel?” y “ayúdenme a poner la mesa”.

“Falta una horaaa”. “Traigamos la sidra ahora, dale!”. “Vengan chicos, vamos a ver el arbolito grande de luces, acá a la vuelta!”.”… “10, 9, 8….” Petardos. …. El pip, pip, piiiiiiiip de la radio y ! Feliz Navidad!...¡Feliz Navidad!

Ahora tengo 30 y díganme lo que quieran. Digan que soy un exagerado, un boludo, lo que les dé la gana. Pero ese día, esa mañana del 22 de abril el despertarme en Mendoza y ese “en 10 minutos llega” del mismo día a la noche, me hicieron revivir la emoción del 24 a la mañana y del 24 a la noche de los diciembres de Pehuajó.

Estaba llegando Jim Steinmeyer.

Seré un tonto, seré un “zagerado”, pero ese hombre que venía es una de las personalidades más importantes de la magia de escena, un creador y autor maravilloso y esos por los que uno dice: “Mi Dios, si llego a conocerlo!”. Para mí estaba en otro planeta.

Pero ahora estaba allí, bajando del auto, en una noche iluminada por estrellas, por un camino con velas y por los dos faroles del auto, y nosotros sonriendo, con una copa de champagne en la mano y aplaudiéndolos. A él y a su mujer.

Ellos saludaban sin saber mucho que decir, todos, en realidad, estabamos en esa situación medio incómoda de “qué le decimos ahora, qué querra hacer”. Sabíamos que sus maletas habían quedado en Dallas y que se las traerían el día siguiente a la noche. Por eso, cuando Frankie, su mujer, dijo: “Alguno por casualidad vió dos maletas”, todos nos reímos y supimos que empezaba la fiesta.

Empezaba Navidad.




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