Fassman, 40 años depués

El Centro Mágico Platense se reúne todos los miércoles en una casona, devenida biblioteca, que perteneció al poeta platense Francisco Lopez Merino. Desde hace un tiempo, una vez por mes, organizamos unas galitas, actuaciones o charlas para público que funcionan muy bien. Es una buena forma de que los que recién empiezan muestren algo de lo suyo, además de constituirse como una buena excusa para el trabajo en equipo. Además, suelen suceder cosas curiosas.

El miércoles pasado hicimos la gala. Trabajaron dos amigos y yo. En el amable público había una señora de unos setenta y pico de años, muy bien arreglada, con aspecto de persona leída, sonriente. Estaba sola. Me llamaba la atención que cada vez que hacía un efecto ella reforzaba el gesto mágico mío con un "fssssh" onomatopéyico. Si no hubiera sido por su apariencia, hubiera pensado que quizás tenía algún problema. Pero no. Después supe que era un entusiasmo infantil.

Al terminar el show me acerqué a preguntarle si lo había pasado bien.

-Claro que sí, me dijo tomándome del brazo. Yo soy docente e hice teatro mucho tiempo, sabés. Siempre les digo a mis estudiantes que vengan a ver este tipo de shows, que vean teatro para así se sensibilizan y aprenden a mirar otras cosas.

Entonces, me contó una anécdota maravillosa.

-Una vez , en el Coliseo Podestá, lo ví trabajar a Fassman, el gran hipnotizador. En un momento iba a presentar una experiencia de telepatía con su asistente. Estaban ellos dos sólos en la escena. Nos pidió que escribiéramos alguna acción que quisiéramos que hiciese luego. Yo pensé una bien difícil. En ese momento tenía un anillo de oro que me había regalado mi papá. Entonces, escribí que mi anillo de oro apareciera en la mano de una señora sentada en un palco, en el asiento 7. Era amiga mía, habíamos sacado entradas por separado y no pudimos sentarnos juntas.

En un momento de la presentación, veo que Fassman comienza a bajar la escalera y acercarse a mí. De pronto -me dice la señora pero ahora susurrándome y palpando mis brazos- comienza a tantear mis brazos y llega a mi mano, al dedo donde tenía el anillo de oro de mi papá y ¡me lo saca!. Yo, en ese momento me dije 'para qué habré pedido esto, qué irá a hacer con mi anillo'. De pronto, comienza a alejarse de mí y a caminar en dirección al palco; llega hasta mi amiga y ¡le pone el anillo en su mano!.

-Impresionante, le digo, hermoso. ¿Cuánto hace de eso?
-Más de cuarenta años, en 1964.

Pensando para mí qué maravilla, cuánto puede permanecer el impacto de una experiencia 'sobrenatural' en la mente de una persona y pensando que lo que me contaba lo iba a escribir en el blog, le pregunté el nombre.

-Hebe, me dijo. Y como si supiera que lo que me acababa de contar iba a ser publicado, me aclaró "con 'H' y con 'b' larga".

-Hacer click en la foto para leer sobre Fassman-