24 de junio de 2011

Sobre Roberto Mansilla - Guillermo Martinez


Siempre me dije que cuando tuviera mi show le haría su programa de mano donde no sólo estuviera la explicación del concepto del show, si no además la lista de efectos y autores, como cualquier disco de música. Pero también, un programa debe tener una breve reseña sobre el artista, así que cuando finalmente decidí hacerlo para "Cartas de Salón" (diseñado por mi hermana basado en un diseño previo de mi amigo Leo), pensé que sería mejor que otro escribiera sobre mí, me parecía más honesto, más interesante. Me atreví a pedirle a Guillermo Martinez, uno de los más reconocidos escritores argentinos, y aceptó. Uf.

Lo puse en el programa y fue anoche al show con su encantadora mujer. Hoy, revisando su blog, me encuentro que publicó el texto y la imagen del programa.

Lo cuento porque estoy muy contento y sí, un poco orgulloso.
Los dejo con el texto en cuestión y el link al blog de Martinez todo, con una sonrisa de nene.

Del mismo modo que hay rubias y rubias, y después está Marilyn Monroe, hay magos y magos, y después están los magos de verdad, los que guardan y propagan en el tiempo el arte más secreto y misterioso. Roberto Mansilla es sin duda uno de ellos. Ante cada una de sus ilusiones el ojo se rinde, primero a la elegancia, después a la naturalidad, para terminar aceptando -la navaja de Ockham hecha boomerang- que la única explicación posible es la verdaderamente imposible. Hay algo en la aparente sencillez inocente de cada número, en la predilección por lo elemental y lo desnudo, que vuelve todavía más intrigante cada efecto maravilloso, como si Mansilla profesara una estética de mínimos presupuestos y máximos alcances. Pero en el escenario, lejos del cálculo o el desafío, su actitud frente a los prodigios que muestra recuerda todavía la felicidad del niño que jugó a ser aprendiz de hechicero y que asiste, con el asombro de la primera vez, a la comprobación de que la magia sucede. De que sucede frente a sí y frente a nosotros, como otra fuerza de la naturaleza, más recóndita y dislocada, que se manifiesta y se despliega dócilmente en el movimiento de sus manos. Hay magos y magos. Mansilla es uno de los imprescindibles.


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