25 de octubre de 2012

Un desierto que florece

Es desierto. No es que metafóricamente está desierto. Es desierto. Dicen, el más árido del planeta. Delimitado, según me contaron, por Antofagasta, Calama y Copiapó. Se llama Atacama.

Copiapó tiene sólo un poco más de 150 mil habitantes y, según leí por allí, es conocida por ser "un oasis donde florece el desierto". 

Pues bien, allí, en ese lugar impensado, hace 7 años se realiza uno de los  congresos de magia más hermosos en los que me ha tocado participar. Ya me lo habían dicho todos y por eso deseaba secretamente estar allí. Quería ser parte de esa selección. Por eso, cuando finalmente se dió, cuando se produjo la llamada me sentí muy feliz y halagado. De todas las actuaciones y conferencias programadas en este año había tres que me hacían (e hicieron) sentir así: la participación en el Magic Con (el congreso de Dan and Dave en San Diego), la actuación en el Parlor del Magic Castle y la participación en Atacamágica. 

Hay un cuidado, un amor, una conciencia por todo lo que se hace, conmovedora. Hay también, y esto es lo mejor, mucha humildad y pericia. Como sabemos, los magos por necesidad quizás, solemos hacer todo nosotros mismos: somos nuestros directores, guionistas, directores de arte, etc. El problema con esto es que muchas veces carecemos del más mínimo grado de pericia para ello. De la misma manera organizamos congresos de magia. Y empeora cuando lo hacemos seguros, ignorantes de la impericia, seguros de que los errores son grandes aciertos (que una gala dure mucho y tenga muchos, muchiiiisimos magos es algo bueno; que haya muuuchas conferencias, que no está mal poner alguien sin mérito, etc, etc).    


Atacamágica procura que eso no suceda y Luis Albornoz Cortez, su director (el tan sensible, tan querido Luis) tiene pericia para hacerlo y hace todo lo posible para que sea lo mejor. Así es que armó un equipo, un pequeño gran equipo, que cuenta con un gran líder. No le escuché a Luis decir en ningún momento "lo que quería o quiero", siempre dijo "lo que quisimos o queremos". Cualquier virtud era "gracias al equipo". Del mismo modo, cada vez que se le agradecía el buen trato decía: "es lo lógico, ustedes deben recibir lo mejor" (y lo decía sin impostura, al contrario, como avergonzándose de que se lo estuviéramos diciendo a él y, a la vez, sorprendiéndose de que eso no fuera la regla). Y todo a pulmón. En realidad, a puro corazón. Arriesgando todo (asumiendo todos los riesgos) como hace alguien que quiere ver su ilusión cumplida.

Hacer un congreso de magia es muy dificil. Hacer uno en el desierto, más todavía. Está a diez horas por tierra de Santiago de Chile, su población es pequeña y su población mágica muchísimo más aún. Hay que hacer mucho para convencer a la gente para ir hasta allí. Hay que conseguir apoyo, mucho apoyo, municipal y privado;  hay que convencer a la gente de que vale la pena. Que no es un sueño, bueno sí, que es un sueño pero que vale la pena. Que durante dos días en una pequeña ciudad en el medio del desierto más árido del planeta se puede juntar parte de la mejor magia del mundo en uno de los congresos más hermosos. 

En definitiva, que durante dos días Copiapó puede ser un oasis en donde florece lo mejor.

Gracias Luis.

3 comentarios:

  1. Muy bueno Roberto! Hermosa síntesis de todo lo maravilloso que tiene Atacamagica! fue un placer haberlo compartido contigo! un abrazo! Fede F.

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  2. Muy generosas tus palabras Roberto, lo agradecemos mucho. Seguiremos trabajando duro para intentar estar a la altura de lo que creemos los artistas, congresistas, publico y este arte merece. Un orgullo para nosotros que hayas sido parte de Atacamagica 2012. Abrazo grande y una vez más, muchísimas gracias!

    Luis Albornoz

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