Marcos López - Il Piccolo Vapore (2007) |
Ronald Shakespear, una eminencia del diseño gráfico argentino (sus trabajos incluyen la señalización del subterráneo y las calles de la Ciudad de Buenos Aires, la señalética de las Autopistas del Sol, la imagen del zoológico Temaiken entre otros) asegura que su profesión trata de “dramatizar los emergentes”, los emergentes que "recortan" a sus clientes del resto del mercado. Esto es, enfatizar las diferencias, los valores que lo distinguen del resto. Otra vez, dramatizarlos.
En
el caso del estilo, de una personalidad mágica, esto funciona
de la misma manera. Uno toma determinados rasgos de su personalidad
(sus gustos, sus miedos, sus virtudes, sus placeres, sus...) y las
escenifica, las dramatiza. Uno no siempre es sereno o estridente; uno
no siempre habla pausado, está haciendo reír o haciendo movimientos
copperfilezcos. En el escenario uno es todo lo que es, pero con un
spotlight. Al salir, la luz
se apaga, permanece el hombre, los
énfasis se aplacan (cuando eso no sucede el personaje se comió a la
persona). No se trata de mentir, crear rasgos de una
personalidad que no tenemos, se trata -insisto- de seleccionar, sacar
a la luz y -como decía Shakespear- dramatizar nuestros emergentes, los que nos hacen únicos.
MERPIN lo hace y resulta que esas
cuestiones que saca a la luz son indiscutiblemente argentinas.
Su estilo nace de la
indiosincracia argentina, serían la esceneficación de los rasgos más
coloridos y populares de la cultura argenta, un lenguaje mágico con una estética argenta.
(Adelantito del ensayo sobre Merpín que estoy escribiendo. Ojalá les interese)
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