(Voy a hacer de cuenta que no hace tanto tiempo que vergonzosamente no escribo y les contaré algo sobre ciertas coincidencias y amistades).
Recibí a Ricardo Rodriguez, ese exquisito mago español y amigo, en mi casa cuando el Centro Mágico Platense lo trajo para el Torbellino Mágico. Lo recibí en La Plata, donde vivo, y recién a los dos días lo llevé a conocer Buenos Aires. Apenas bajamos del micro o apenas subimos del subte, no recuerdo, murmuró: "Yo camino por Buenos Aires y me demoro, acaso ya mecánicamente, para mirar el arco de un zaguán y la puerta cancel".
Lo miré asombrado, gustoso. Eran los primeros versos de "Borges y Yo". Sentí esa tonta emoción que siente un argentino cuando un extranjero reconoce o admira algo de la patria de uno (aunque fuera tan universal y obvio como Borges) pero más aún, la emoción de un amigo que comparte los mismos gustos, que en la intimidad piensa en los mismos versos.
El último día, se repitió la emoción. Desayunamos en un hermoso lugar de La Plata (desde ahora visita obligada de todos mis amigos magos) y apenas nos trajeron el café, Ricardo dijo casi para sí, como si lo asaltara el recuerdo: "el sabor del café y la prosa de Stevenson" también de Borges; también de "Borges y Yo".
HACE VEINTE DÍAS aproximadamente, Francis Menotti estuvo en casa. Francis es un excelente mago norteamericano que conocí...bueno, déjenme que les cuente bien cómo fue que lo conocí.
El año pasado, unos quince días antes de ir a Estados Unidos para actuar en el Magic Con y, luego, al Castillo Mágico recibí un newsletter de H&R en el que se recomendaba mi DVD "Outstanding". Encima de de esa recomendación, había otra de un DVD llamado "Ceci n'est pas un telephone" (en realidad "The Trichery of Tricks") en una clara referencia al famoso cuadro de Magritte. Sentí que debía verlo así que le pedí a un amigo que consigue-todo-no-sé-donde, que me lo consiguiera. Y lo consiguió. A la semana lo ví y me dije: "esta persona no puede ser de Estados Unidos". Un mago que habla de Federico García Lorca, de Borges, de Magritte, de Dalí no puede ser de la cuna de la magia 'flashy'. Pero bueno, después de todo yo estaba haciendo una lista con magos norteamericanos que tenían inquietudes y prácticas bien diferentes y artísticas, así que sí, era posible. Escribí Francis Menotti en mi libreta y esperé poder conocerlo en USA.
La primera noche en el Castillo, al terminar todas las funciones, fui al Shop y compré la revista Magic. Allí, según sabia de antes, había una reseña de "Outstanding". Me la llevé a casa para leerla en la cama, en esos preciosos momentos de soledad y silencio en los que repasaba el día vivido y dejaba que la emoción me abrigara con las sábanas blancas. La reseña hablaba muy bien del DVD y estaba firmado por...¡Francis Menotti!. No podía ser tanta coincidencia. Le escribí un email inmediatamente contándole todo y preguntándole si podría conocerlo, si acaso era de la zona. Recibí su respuesta al día siguiente donde me decía que era de Philadelfia, que no iba a poder ser y que en otra oportunidad sería.
Esa noche al terminar la segunda función en el Parlor corro a la Biblioteca antes de que empiece la tercera. Entonces, escucho una voz femenina que me dice en español: "vos sos Roberto Mansilla". Y dije sí, obviamente, algo sorprendido.
-Francis Menotti te invita una copa.
- (...)
-¿Está aquí?, pensé y pregunté.
-No, me llamó por teléfono y me pidió que te invitara una copa en su nombre.
Guau. Stephanie trabaja en el Castillo hace años y es una de las mejores amigas de Francis. Su madre es argentina así que hablamos en media lengua los dos. Ella también fue protagonista fundamental en la pequeña anécdota que incluye a Teller, el de Penn y Teller, golpeándome la puerta del camarín para disculparse porque no había podido ver mi show. Pero eso es para otra oportunidad.
-Francis Menotti te invita una copa.
- (...)
-¿Está aquí?, pensé y pregunté.
-No, me llamó por teléfono y me pidió que te invitara una copa en su nombre.
Guau. Stephanie trabaja en el Castillo hace años y es una de las mejores amigas de Francis. Su madre es argentina así que hablamos en media lengua los dos. Ella también fue protagonista fundamental en la pequeña anécdota que incluye a Teller, el de Penn y Teller, golpeándome la puerta del camarín para disculparse porque no había podido ver mi show. Pero eso es para otra oportunidad.
Con Francis surgió entonces una afinidad y amistad virtual hasta que hace un par de meses me escribió diciéndome que venía a Bs As a trabajar en un crucero, que sería una buena oportunidad de conocernos. Y la fue. Días geniales, llenos de magia y recorridas por Buenos Aires.
Y es ahora, entonces, cuando arribo al inefable centro de mi relato.
La primera noche que caminamos por La Plata, Francis dice: "I walk through the streets of Buenos Aires and stop for a moment, perhaps mechanically now, to look at the arch of an entrance hall and the grillwork on the gate".
Lo miré asombrado, gustoso. Eran los primeros versos de "Borges y Yo". Sentí esa tonta emoción que siente un argentino cuando un extranjero reconoce o admira algo de la patria de uno.
Sentí la picardía de la coincidencia.
Lo miré asombrado, gustoso. Eran los primeros versos de "Borges y Yo". Sentí esa tonta emoción que siente un argentino cuando un extranjero reconoce o admira algo de la patria de uno.
Sentí la picardía de la coincidencia.
Al día siguiente fuimos a desayunar al mismo lugar que fuimos con Ricardito. Cuando trajeron el café le conté lo que había dicho Ricardo y sin dejarme terminar dijo: "Yes, the taste of coffee and the prose of Stevenson".
Al día siguiente, caminamos por la Recoleta y pasamos por la casa en la que Borges había vívido y escrito nada más y nada menos que "El Aleph". Nadia nos sacó una foto. Francis la subió a Facebook con la leyenda: "Stopping... Perhaps mechanically, now. (Ah, yes. Nothing like a good nerdy Borges joke.)".
Hace una semana vino Ricardo Harada desde Brasil. También amante de Borges. Y no, no me repitió los versos de Borges y Yo. Hablamos sí de Boges, de Magia y Teatro, de su Tesis Doctoral (que es, precisamente acerca de la (im)posibilidad de mezclar teatro y magia), del Cono y la Bola y, lo mejor de todo, pasamos algo de tiempo con Juan Tamariz que estaba en la Argentina.
Recuerdo varias cosas de esta corta visita: la charla, como dije, entre Tamariz, Ricardo, Osqui Guzmán y los protagonistas del Centésimo Mono sobre el tema en cuestión (magia y teatro). Recuerdo un desayuno en el mismo lugar de siempre -el mismo de Ricardito y Francis- donde hablamos de su rutina de Cono y la Bola y donde finalmente tomó forma, según me dijo, después de varios años. Recuerdo ponerme la Máscara Neutra y sentir lo que se siente allí dentro. Recuerdo el concepto griego de Metis; Evidencia, Prueba y Aristóteles diciendo que la belleza en los ancianos se da cuando su persona no transmite piedad y la del hombre maduro cuando hay un elemento de terror en él, cuando transmite algo de temeridad. Recuerdo contarle de "Borges y Yo", decir "No sé quién de los dos escribe esta página" y sentir la emoción de cuando un amigo comparte los mismos gustos, cuando un amigo en la intimidad pensará también en los mismos versos.
Recuerdo varias cosas de esta corta visita: la charla, como dije, entre Tamariz, Ricardo, Osqui Guzmán y los protagonistas del Centésimo Mono sobre el tema en cuestión (magia y teatro). Recuerdo un desayuno en el mismo lugar de siempre -el mismo de Ricardito y Francis- donde hablamos de su rutina de Cono y la Bola y donde finalmente tomó forma, según me dijo, después de varios años. Recuerdo ponerme la Máscara Neutra y sentir lo que se siente allí dentro. Recuerdo el concepto griego de Metis; Evidencia, Prueba y Aristóteles diciendo que la belleza en los ancianos se da cuando su persona no transmite piedad y la del hombre maduro cuando hay un elemento de terror en él, cuando transmite algo de temeridad. Recuerdo contarle de "Borges y Yo", decir "No sé quién de los dos escribe esta página" y sentir la emoción de cuando un amigo comparte los mismos gustos, cuando un amigo en la intimidad pensará también en los mismos versos.
Un español, un norteamericano, un brasilero.
Todos aman la magia y Borges.
Todos aman la magia y Borges.
Esta sería la conclusión. Aburrida, pero no sé si hay mucho más.
Bueno, quizás repetir hasta el infinito: qué hermosa la magia, qué regocijo recibir buenos amigos, que glorioso y estimulante pasar tiempo con personas inteligentes y sensibles. Qué maravilla la magia española, la nueva norteamericana, el problema del teatro y la magia. Qué hermosas las calles de Buenos Aires de turista, qué lindo es llenar paginas de libretas con ideas nuevas, que estimulantes las palabras de un maestro, la generosidad de otros, la buena compañía y, por supuesto, el sabor del café.
Y la prosa de Borges.
Y la prosa de Borges.
Ojalá que hubiera estado yo durante esas charlas! En cuando vamos a tener una conferencia sobre la magia y el arte narrativo de Borges, amigos? -- Joe (desde Toronto)
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