15 de junio de 2010

PT Selbit - Libro y Mujer Serruchada

Fue de muy grata lectura el libro de Peter Warlock y Eric LewisP.T.Selbit – Magical Innovator”. En él se describe la vida de Selbit haciendo hincapié en todos sus grandes inventos que, de una manera u otra, han marcado un antes y un después en la historia de las grandes ilusiones. Es sorprendente ver cuántos efectos que todavía siguen realizándose fueron inventados por él pero, sobretodo, advertir que fue a partir de él que se transformó en cliché victimizar a las asistentes. Todo esto comenzó con “Sawing Through a Woman”, es decir “Cortando a Través de una Mujer” (aunque según hemos visto antes, ya Walter Jeans había preparado el efecto ”The Death of Cora” en el que se sometía a una asistente a una cama con púas en una estructura suspendida sobre ella).

Es importante remarcar que este no es el efecto en donde se corta y se divide a la mujer en dos. En realidad, Selbit presentaba el efecto como “Sólido a Través de Sólido”. Su asistente entraba a escena y la colocaban dentro de una caja. Inmediatamente un comité de espectadores revisaba una serie de cuerdas que ataban a sus tobillos y muñecas y que hacían pasar por unas perforaciones que tenía la caja para tal fin. A continuación, los ayudantes cerraban la caja y los espectadores tiraban de las cuerdas manteniendo firme a la mujer dentro de ella.

Selbit, tomaba una plancha de acero y recalcando el tema del ‘sólido a través de sólido’, la atravesaba de arriba abajo por el centro de la caja. Inmediatamente tomaba otras dos planchas y atravesaba del mismo modo sendos extremos de la caja. A continuación, tomaba dos planchas más y las introducía por los laterales: una a la altura del cuello y la otra a la altura de las rodillas. Haciendo gala de la proeza, Selbit acentuaba el efecto aclarando en cuántas partes había sido dividido el cuerpo utilizando, para ello, una cajita de madera del tamaño de una de cigarros y colocándola encima de cada sección.

Para el final, el gran climax. Un asistente traía un serrucho de ‘dos manos’ y con la ayuda de Selbit comenzaban a cortar por el centro de la caja. Ésta no era de cartón ni de madera balsa, sino de duro pino, con lo que el sonido del serrucho cortando era estremecedor. La conmoción aumentaba cuanto más cerca estaba la hoja del cuerpo de la asistente; el serrucho bajaba y bajaba hasta que completamente cortaba la caja. Los espectadores seguían sosteniendo la soga haciéndose evidente que Jan seguía allí y, de alguna manera, sintiéndose parte del atentado.

De inmediato, los ayudantes quitaban las cuchillas de metal y, de a poco, desplazaban las mitades de la caja para comprobar que Jan estaba intacta.

Fue Horace Goldin quien, habiéndose enterado del éxito de Selbit con este efecto, se apresuró a crear su versión para que cuando el mago inglés viniera a América ya no fuera una sorpresa serruchar a una mujer. Goldin logró su cometido y desarrolló su versión “Sawing a Woman in Halves”, es decir “Cortando una mujer en Mitades”. Aquí sí, la mujer era serrada y dividida en dos para luego ser reconstruida. Ya no era un efecto de ‘sólido a través de sólido’ sino de ‘corte y restauración’ con toda la carga simbólica que suponía estar cortando a una mujer.

Alan Wakeling desarrolló una versión de la serruchada más acorde con la versión de Selbit (descrita en “The Magic of Alan Wakeling” de Jim Steinmeyer). Quienes más famosa la hicieron fueron los americanos Mark Kalin and Jinger. En esta versión la mujer es también atada y sostenida por los espectadores, un detalle que a mi parecer refuerza muchísimo el efecto. Lo que si creo que se ha perdido es la fuerza que suponía oír el serrucho cortando la madera ya que, en la mayoría de las presentaciones actuales, se divide a la mujer atravesándola con las planchas metálicas y se lo hace sin reforzar suficientemente el drama, como si fuera cosas de todos los días.

Volviendo al libro debo decir que es, como los otros que he leído de estos autores, un volumen con información de primera mano (ambos vieron trabajar a Selbit por ejemplo) y no muy difundida lo que lo hace verdaderamente valioso. Sin embargo, la concentración en la información y la escasez de anécdotas, así como la prosa elegida, hacen desear un poco más de colorido en la obra.





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