17 de febrero de 2012

Autómatas, películas, sueños




A propósito de la hermosa película Hugo de Scorcesse, recordé que siempre me habían llamado la atención los autómatas. Las primeras referencias que tuve fueron, si mal no recuerdo, leyendo sobre Robert Houdin y a Robert Houdin. En especial ese momento cinematográfico de su autobiografía  donde describe el arduo trabajo que le llevó construir un autómata que le habían encargado, un autómata escritor que, como en la película, lo tuvo en vilo hasta el punto de dar por perdida la empresa pero que, al final, comienza a mover el brazo y escribir el nombre de su creador.


Confieso que cuando leí esas cosas no podía creer que fueran ciertas: ¿un naranjero que producía naranjas y una de ellas que se abría para que, de su interior, salieran dos mariposas con un pañuelo en cuyo centro estaba atado el anillo del espectador?. No, imposible. ¿Un pastelero que cocinaba el pastel elegido por alguien del público? ¿Un muñeco que hacía maravillas en un trapecio?.¿Una dibujante, un adivinador?. ¿Un ajedrecista capaz de ganarle  a los más grandes maestros?. No, imposible.

Hasta que sucedió. 

De pronto ví en un vídeo o programa de televisión, al Naranjero, el original, el de Robert Houdin. Lo vi funcionando. ¡Dios mío! ¡Qué hermoso! Si hasta prefiero esa versión, esa elegante, poética construcción humana a la cinematográfica adaptación que se ve en “El Ilusionista”. Qué belleza, qué lentitud, que delicadeza. Existía. Existían. 


Era cierto. 


Y con el tiempo pude ver también al Trapecista de Houdin y al Pastelero (también de Houdin). Todos funcionando, pero todos en video. 



Pero hubo una vez que me los encontré en vivo y en directo. Algunos dormían y otros estaban despiertos. Pero estaban.


Cuando fuimos a Los Ángeles con el grupo de argentinos a trabajar al Castillo Mágico, fuimos recibidos por John Gaughan, ese genio de la magia (coleccionista, reparador, historiador, amante de la magia). Es cierto que ya conté algo de esto en otro post, pero me dieron ganas de repetirlo para expresar bien lo que sentí cuando estuve junto a todos esos autómatas. Porque estaba con todos ellos y no podía ser. Allí estaban los Robert Houdin y los Maskelyne, allí estaba el Turco Ajedrecista, allí estaba el Naranjero, allí estaba Zoe la dibujante. Y muchos más que ni conocía.






Obras maestras del ingenio, de la sensibilidad, de la Magia. Obras maestras de la historia de la Magia. 

Es posible que esté escribiendo embriagado por la película pero también porque hace poco recuperé las fotos y vídeos del viaje a USA y rememoré esa visita a la 'cueva de los sueños'. Y yo que sé, me dieron ganas de volver a vivirlos y, por qué no, de compartirlos. Si me permiten, les abro un poquitito la puerta para que espíen y sientan eso mismo que sentí yo: magia.


(Se oyen las voces de Michel hablando con Gaughan sobre la Jaula de Frakson, se lo escucha a Pablo Zanatta hablando conmigo y con Hacker y a Salvador Sufrate que -si mal no recuerdo- fue el que grabó este videito -perdón, es que tengo todo en una misma carpeta)


"Hace un sólo truco, pero lo hace muy bien"


Y no me digan que después de ver el video que viene, no se sienten un poquito distintos, un poquito tocados, acaso como si hubiesen sido maravillados. No me lo digan porque no se los creo.



1 comentario:

  1. Gracias POr lo que escribiste, hace que me sienta no tan solo en esta admiracion que tengo desde hace años por los automatas. Que gran Pelicula : La invencion de Hugo, Ojala todos los magos del mundo la vean.

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