Paul Daniels era el protagonista del segundo video del post anterior. Presentaba la reproducción del "Naranjero" de Robert Houdin construido por John Gaughan. Si prestan atención, a Gaughan pueden verlo sentado detrás de la mujer del anillo.
Lo que me lleva a mencionarles otro episodio memorable de nuestro viaje a Estados Unidos: ¡fuimos al taller de John Gaughan!.
Déjenme contarles.
Antes de viajar a Estados Unidos, contactamos a John Carney para ver si podíamos encontrarnos con él y con alguno de sus amigos. Lamentablemente, Carney estaría fuera del país para cuando estuviéramos allá pero sus amigos (entre ellos John Gaughan) no. Dijo que hablaría con ellos y dejaría todo listo para cuando fuéramos. Sólo deberíamos llamarlos.
Durante toda la semana tuvimos en la cabeza hacer el llamado. Lo hicimos el primer día y nada. El segundo o tercero y tampoco. Dejamos un mensaje en el contestador. Llegó el último día, el domingo, y ya teníamos el auto alquilado para viajar a Las Vegas. "Intentemos una vez más, la última" dijimos.
-PABLO (sentado en la cama de la habitación con el teléfono en la mano): No nos va a atender...el tipo está muy ocupado o no está. Está en otro nivel.
-YO: Dale, vos intentá. Total, el "no" ya lo tenemos.
-PABLO: (marcando por segunda vez con incredulidad). Bueno...pero vas a ver que ... "Oh!..Hello, Mr Gaughan?"... "Oh...Yes?have you heard my message?.. "
Aha..
Ok...
Aha..
Thank you very much.
(Click)
-Pablo: Dijo que podemos pasar hoy por allá.
Salimos a las dos de la tarde más o menos, con la misma alegría con la que los chicos se van de vacaciones. Yo tenía la revista Genii de hace diez años más o menos dónde Gaughan está en la tapa con el mítico "Hooker Rising Card". Desde que la tuve me dije "Se la voy a hacer firmar algún día". Los demás llevaban, como yo, las ganas enormes de conocer la personalidad, las manos y el taller de una de las personalidades más importantes de la magia del último siglo.
Llegamos.
Lo que recuerdo de la emoción es un toldo blanco y una puerta blanca. Recuerdo también buscar la revista entre los asientos y al salir, verlo salir a él. Salir con su pelo blanco y su sonrisa también blanca.
Entramos al taller y antes de pasar al salón donde está su colección, escondido entre otras cosas, estaba el Naranjero. Sí, el mismo que había usado Paul Daniels. Yo sabía que lo tenía por ahí porque en un artículo del New York Times se lo ve en la foto. Sabía y lo ví pero me hice el distraído de la misma manera que, según cuenta Carlos Di Fulvio, hizo un paisano que le había pedido una guitarreada: evitó mirar la guitarra para que no se supiera cuánto le importaba.
¿Cuánto habremos estado? ¿Una hora?, ¿dos?. No sé. Lo suficiente como para quedar embobados ante tanto material, ante tanto amor, ante tanta dedicación y deseo de conservar. Tanta historia allí, en un sólo lugar. Los relojes de Robert Houdin, sus posters, la calavera de Joseffy, jaulas, reels, aparatos y más aparatos; autómatas: el Trapecista, el Turco Ajedrecista, Zoe, el Jugador de Cartas y el Naranjero. Ahora sí quería verlo, el pudor no estaba y en un mal inglés dije: "eso de allá es el Naranjero Fantástico?".
-"Esta es la réplica" me dijo. "El original está en casa".
Una réplica de Gaughan es casi igual que un original. No por lo semejante, por lo valioso.
Teníamos que irnos. Nos dijo esperen que les muestro algo y lo mostró. No les diré ahora qué, porque es para otro post. Les diré en cambio que pude hacerle firmar la tapa de la revista y que pude sacarme la foto con él y con un naranjero autómata.
Increíble. Roberto, Pablo, estoy tan celoso.
ResponderEliminarQue mal que viven algunos...
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